Tomaba tu manita
y te miraba.
Yo miraba a mi hermana
a mi hermana del alma.
Ajenas a que un día
tu semblante lloroso
al rezar yo, rezabas.
Cantamos y contamos
números, avemarías,
días de la semana.
Todavía te acuerdas.
Claro que me acuerdo- decías-.
Y llorabas.
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