Los niños de entonces y los niños de mucho más atrás no servíamos para nada. Nos lo decían y nos lo creíamos. Algunos hermanos valían más que tú. No servíamos para nada. Nos lo decían o lo pensaban -no sirvo para nada- Y los años pasaron entre el complejo de inferioridad y una fuerza interior inconmesurable. Y aquí estamos.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home